Capitulo 7:
Cuando un Misionero toma la pluma 108
Pablo es ante todo un misionero: “¡Ay de mí si no evangelizo!” (1 Cor 9,16), pero se ve en la necesidad pastoral de poner por escrito sus ideas en orden a continuar sus predicaciones, a exhortar a los hermanos débiles o en peligro, a hacer más eficaz su “solicitud por las iglesias” (2 Cor 11,28). Por estas razones Pablo emprende una tarea difícil: la de escribir. Recordemos que en la época de Pablo las condiciones no estaban dadas para desarrollar una actividad literaria como ahora. Los pergaminos y vitelas eran caros, un poco menos los papiros (una jornada de trabajo). El autor normalmente no dictaba al amanuense cada palabra sino el contenido general que éste desarrollaba más calmadamente. Conocemos a Tercio, el escriba de la misiva a los líderes y evangelizadores de Asia Menor (Cf. Ro 16,1-16, más específicamente: 16,22); algunas veces Pablo agregaba algo más de su puño y letra para confirmar la misiva (Ga 6,11; 1 Cor 16,21-24; Flm 19; cf. también en literatura posterior: 2 Te 3,17; Col 4,18). La carta era normalmente llevada por mensajeros que explicaban públicamente su contenido a los destinatarios (1 Te 5,27) y podría servir para varias comunidades a la vez (cf. Col 4,16).
Pablo escribe por varias razones: 109 para comunicar lo que él mismo a su vez recibió, ya que se siente responsable de una tradición que hay que respetar y conservar celosamente, pero más que un depósito doctrinal se trata de su propia experiencia de Cristo Jesús. Pablo escribe en forma abundante y variada: unas cartas tendrán el corte de tratado teológico, como Ro, pero otras no pasarán de una breve esquela amistosa, como Flm. Lo que nunca falta es el arraigamiento de cada carta en un ambiente concreto al cual responde en necesidades, dudas, conflictos, errores, etc. (especialmente la nutrida correspondencia a la comunidad cristiana de Corinto). La carta suple la ausencia de Pablo, lo prolonga como maestro en cada comunidad (incluso la carta puede ser más elocuente que la presencia: 2 Cor 10,10) y le sirve al apóstol para comunicar a cada Iglesia las noticias de su actividad, proyectos, alegrías, sufrimientos y siempre, en el caso de no poder “ver el rostro” de los discípulos (1 Ts 2,17), la carta lo hará presente en medio de ellos y hará que todos se sientan unidos y corresponsables en la empresa cristiana que Pablo lleva a cabo. Por eso Pablo se preocupa de que sus cartas sean leídas en cada comunidad: “Una vez que hayan leído esta carta entre ustedes, procuren que sea también leída en la Iglesia de Laodicea. Y por parte de ustedes, lean también la que les llegue de Laodicea” (Col 4,16). No cabe duda que esta providencia de Pablo tuvo gran importancia en el momento de concretar el canon del NT. Pablo siente que escribir es imperioso, como un mandato especial del Señor (1 Cor 14,37), que le sirve de propaganda y extensión de la palabra hablada. Por eso sus enemigos se servirán de este recurso para contraponerse a Pablo. El mismo Apóstol previene a los tesalonicenses: “No se dejen engañar por alguna carta presentada como nuestra” (2 Ts 2,2); igualmente se preocupará de que sus cartas no sean falsificadas: “el saludo va de mi mano, Pablo. Esta es la firma en todas mis cartas, así escribo” (2 Ts 3,17). En las cartas se va desvelando la vida de Pablo. De hecho, es a través de ellas que conocemos el desarrollo de las nacientes comunidades con todos sus avatares. Pero veamos más de cerca cómo maneja Pablo este recurso.
1. ¿Qué es una carta? Pablo utiliza el formulario epistolar del mundo helenístico romano del que tenemos abundantes paralelos. El esquema formal de la carta, que Pablo no suele siempre respetar, contempla:
a) encabezamiento, o sea, un saludo que incluye el nombre del remitente y el del destinatario;
b) acción de gracias a Dios por los bienes de que goza el destinatario;
c) oración a Dios augurando al destinatario nuevas bendiciones;
d) noticias personales sobre la salud, familia, negocios, proyectos, etc.;
e) desarrollo del tema de la carta;
f) nuevas noticias personales;
g) saludos para diversas personas conocidas;
h) despedida o final.110
Las cartas de Pablo no son tratados de teología sino escritos ocasionales, obedecen a coyunturas contingentes y responden a problemas muy concretos de la vida de las comunidades; son, pues, escritos del todo circunstanciales, es por eso que Pablo no se atiene rigurosamente al esquema típico de la “Carta”, ni siquiera piensa que sus escritos serán conservados, ya que para él las mismas comunidades son su “carta de presentación”, su “gloria y corona”, su motivo de orgullo en el día de la próxima Parusía, sin embargo las comunidades fueron desapareciendo y las cartas sobrevivieron hasta nuestros días. Las cartas tenían un prestigio particular: habían sido escritas por un apostoloV (emisario), por eso eran leídas durante las eucaristías, se intercambian; por eso van logrando un carácter cada vez más universal. Esto se nota especialmente en las cartas de escuela: Ef, Col. Los orígenes de éstas se remontan indudablemente a la tradición de Pablo.111
Estos detalles hecho nos hacen ser muy prudentes a la hora de exponer una síntesis del pensamiento de Pablo. Todo esto se hace más evidente cuando se percibe lo fogoso, fluido y dinámico del pensamiento de Pablo que no tiene la sistematicidad en torno a la fe que podríamos esperar ni una visión completa sobre el mundo. Recordemos: Pablo no es un “autor” sino un “pastor”.112 En los escritos de Pablo se encuentra la misma doctrina fundamental acerca de Jesucristo y su Pascua, pero en cada ocasión el mensaje ha sido enriquecido, ampliado, contextuado en la vida de cada comunidad cristiana. Partiendo de un criterio múltiple que incluye léxico, evolución teológica en lo que se refiere a escatología, eclesiología, ética, etc., podemos clasificar la corresponencia paulina en tres categorías:
a) las cartas auténticas o protopaulinas: en estos siete escritos la venida próxima del Señor juega un rol importante, del mismo modo los carismas; es frecuente la confrontación entre las comunidades paulinas y los cristianos de corte judío. Estas cartas auténticas abarcan un lapso de 6 ó 7 años de apostolado paulino. Las fechas y lugares probables de origen son los siguientes:
Año: Lugar: Destinatarios:
51 Corinto 1 Tesalonicenses (escatología)
54 Efeso Gálatas (actualidad de la salvación)
55 Efeso 1 Corintios (id.)
56 Filipos 2 Corintios (id.)
57? Efeso Filipenses (id.)
57 Efeso Filemón
58 Corinto Romanos (id.)
b) las cartas deuteropaulinas: No pertenecen a Pablo sino a la escuela paulina; ya ha desaparecido la polémica judeocristiana y la parusía se ha perdido de vista. El lenguaje revela la influencia pregnóstica. Pablo ya es un personaje indiscutido: considerado “doctor” en Ef y “mártir” en Col.
61-63? Roma Colosenses (cautividad)
80 Asia Efesios (cautividad)
c) Las cartas tritopaulinas: Estas cartas llamadas Pastorales pertenecen a la tercera generación de tradición paulina. Con el paso del tiempo la Iglesia ya se ha establecido y organizado adecuadamente acogiendo las estructuras del mundo: matrimonio, esclavos, amos, buenas relaciones con las autoridades civiles. Se vela por la ortodoxia. Lo ético prima sobre lo teológico-kerigmático. 113
65-66 Grecia 1 Timoteo, Tito (org. eclesial)
2 Tesalonicenses? (org. eclesial)
67 Rom 2 Timoteo (org. eclesial)
Cuando utilizamos las cartas como fuente informativa debemos asignar la mayor importancia y crédito a las cartas protopaulinas, sin despreciar a priori los detalles e informaciones que pueden darnos los escritos de escuela. De todas maneras hay que tener en cuenta las limitaciones y dificultades inherentes en este trabajo investigativo:
a) las cartas no están fechadas, de forma que no sabemos con certeza el orden cronológico de las mismas;
b) por ser cartas ocasionales no aportan detalles sobre los destinatarios que se suponen conocidos;
c) los tratados teológicos, aunque a veces sean de cierta extensión, no son exhaustivos, sólo responden a las carencias de la comunidad;
d) la correspondencia paulina corresponde a un período bastante breve de la vida y obra del Apóstol: sólo unos seis o siete años de su ministerio, de forma que mucho de su itinerario apostólico y doctrinal se nos escapa;
e) Finalmente, hay que tener en cuenta que en sus cartas Pablo no se dedica a “contar su vida”, si lo hace a veces es en un contexto polémico, lo cual podría quitar objetividad al acontecimiento.114
Comúnmente se acepta que la primera carta sea 1 Ts y la última Ro, considerada el “Testamento de Pablo”. Sin embargo un orden cronológico de las cartas es prácticamente imposible, tanto más si se tiene en cuenta la hipótesis de las “amalgamas” según la cual algunas cartas, por ej. 1-2 Cor y Flp estarían construidas a partir de varias cartas de origen independiente.115
2. Estilo. En las cartas de Pablo se percibe un ardor y efervescencia que parece retratar su forma de hablar. Muestra curiosas irregularidades de estilo y a veces de lengua.116 Seguramente estas licencias no permiten tomar en serio el comentario malévolo de sus adversarios: “sus cartas son duras y fuertes pero su presencia corporal es poca cosa y su elocuencia despreciable” (2 Cor 10,10). De todos modos podemos decir que lo que a Pablo le falta en elegancia viene suplido por el vigor y la claridad doctrinal. E. Méhat comenta: “Posee la elocuencia que se burla de la elocuencia, la frase jadeante, que corre incesante en persecución de la idea y del sentimiento, siempre anticipándose a sí misma, arrollando la lentitud de la sintaxis, o, al contrario colgando de una palabra una interminable serie de relativos, de modo que se pierde en el camino y sólo se encuentra al final”.117 Son comunes en Pablo las preguntas oratorias, diálogos ficticios, comparaciones y, sobre todo, las antítesis: muerte-vida; carne-espíritu; luz-tinieblas; dormir-vigilar; sabiduría-locura; letra-espíritu; ley-gracia, expresiones propias del pensamiento dualista de esa época.
El estilo de Pablo, es difícil de condensar debido a su enorme variedad de pensamiento. De partida podríamos diferenciar al Pablo que discute y al Pablo contemplativo. Pablo a la manera de los filósofos populares utiliza la diatriba,118 fácilmente detectable en Ro, 1 Cor, 2 Cor. Esta diatriba se hace presente en la forma de dirigirse Pablo con preguntas retóricas o con el enfático “de ninguna manera” (mh genoito); igualmente Pablo recurre a imágenes sacadas de la vida social de entonces: las carreras del estadio, la lucha de los gladiadores, etc. Es notorio su gusto por la dialéctica, antítesis, apóstrofes, el amontonamiento de citas, leyendas rabínicas (la roca del desierto: 1 Cor 10,4; la crucifixión de las pasiones: Ga 5,24).
Una preocupación de Pablo, muy en relación con su origen y formación judía, es demostrar que el evangelio está en conformidad con las Escrituras. En sus cartas Pablo cita el AT reiteradamente con la fórmula “así está escrito”, “como dice la Escritura”, otras veces sin la fórmula introductoria pero aludiendo a un texto bíblico verificable. En esto Pablo sigue a su maestro Gamaliel y sus siete reglas de interpretación.119 La tipología juega en Pablo un rol de importancia cuando compara los acontecimientos de la primera alianza con los de la nueva (1 Cor 10,1-11).
3. Pablo el “teólogo”. Evidentemente, Pablo no es un teólogo en el sentido clásico sino sólo un “teólogo ocasional” (Cambier). Aunque no podemos señalar nítidamente sus dependencias a nivel de ideas podemos suponer que su variado pensamiento procede de varias circunstancias: su conocimiento cabal del AT, su contacto con las tradiciones cristianas, sus experiencias místicas, su doble procedencia cultural helénica y judía, su compromiso vital con las comunidades que lo hace responder con escritos circunstanciados a las necesidades pastorales perentorias de los hermanos. Entre los temas más queridos por Pablo y que pueden ser tomados como los nervios de su “teología” mencionamos: la persona de Jesús, el Mesianismo, la resurrección, la cruz, los títulos cristológicos, la redención, el combate final, el Espíritu santo, sus dones y revelaciones, la vida en el Espíritu, la gracia, la fe y la ley, la predestinación, la esperanza cristiana, la Iglesia, la espera.